La noche empezaba a cubrir éste nublado jueves, yo leía escuchando el sonido de la lluvia (o así lo creía), cuando mi mamá me llamó alarmada para me asomara por la ventana. ¡Qué impresionante ver que la calle de mi casa estaba completamente negra! ¡Estaba lloviendo ceniza!
Inmediatamente corrí hacia mi laptop, para investigar qué era lo que estaba ocurriendo y para poder hablar con mis amigos y conocidos. El volcán de Pacaya había empezado a erupcionar desde las 7pm, y estaba expidiendo lava, ceniza y hasta rocas. Al hablar con los que estaban conectados, resultó que la mayoría de ellos tampoco se había dado cuenta :S
En la televisión se mostraban imágenes del volcán Pacaya,demostrando su inmesa fuerza, sacando chorros de lava hirviendo, haciéndonos sentir intimidados y diminutos. Los boletines de última hora aprarecían contantemente, mostrando imágenes impactantes, como niños llorando siendo transportados a albergues, bomberos y policías auxiliando víctimas, personas sobrevivientes y en contraste, información de otros que habían fallecido.
Un ambiente de miedo se percibía entre los guatemaltecos, se había declarado estado de calamidad; a todos nos pasaba por la mente que surgiera una segunda erupción, pero yo rezaba para estar equivocada. Poco a poco, les fue venciendo el sueño a mis hermanos más pequeños, pero yo me resistía a dormir. Finalmente, pasando las 2am, mi cuerpo no pudo seguir en vela y me quedé dormida.
Hoy en la mañana desperté con la esperanza que hubiera sido un mal sueño, pero no fue así. Mis familiares no dejaban de llamar, para ver cómo nos encontrábamos. Haciendo muchas cosas simultáneamente, logre seguir en mi papel de monitora de noticias, enterándome que el volcán sigue activo, y que debemos prepararnos por si vuelve a erupcionar.
Ésta es una pequeña probadita de la inmensa fuerza que tiene nuestro planeta, la Tierra, y lo indefensos, impotentes y susceptibles que somos los seres humanos...
me encantan los gritos de agonia
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